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La solidaridad como mercancía

Actualizado: 27 jun 2020



Creo que tenemos que replantearnos la solidaridad en los tiempos que estamos viviendo. Hemos hecho grandes esfuerzos por hacer de las formas de economía solidaria, una alternativa o una forma de resistencia al modelo capitalista. En este momento, la solidaridad es necropolítica y la captación de la “economía solidaria” por parte de la derecha es ya todo un emblema ideológico servil y útil a una forma del poder que instaura un estado de excepción como medida permanente, donde los gobiernos limitan su responsabilidad sobre la vida y la muerte que, en el imperio de la naturaleza, impone la cuarentena como medida policiva de control y de gobierno. Pero no es la naturaleza quien está gobernando y la responsabilidad no puede ser apolítica.


Llevo muchos meses inquieta con algunos tweets de Álvaro Uribe, en los cuales se está refiriendo al capitalismo y a las políticas de “economía naranja” como #EconomíaSolidaria (siempre en hashtag). Hoy, en medio de la “crisis capitalista” que se presupone por la contingencia sanitaria del coronavirus en todo el mundo, me pregunto, como muchos, cómo puede estar operando la contrarrevolución, intrínseca al capitalismo en “crisis” y, evidentemente, la primera aparición en escena en estas situaciones. Y me está abrumando que las posiciones de izquierda, que obviamente no pueden desligarse de la responsabilidad por la vida de lxs otrxs, especialmente, lxs más vulnerables, no cuestione, sin embargo, las estructuras ideológicas de esa responsabilidad. ¿Pero cómo puede la solidaridad ser un emblema del neoliberalismo, que viene de refuerzo?


La necropolítica es la forma del poder que ya no concentra el derecho sobre la muerte y la vida en un soberano, invierte la situación y crea un estado de excepción permanente donde el soberano ya sólo tiene la potestad de “hacer vivir y dejar morir” al arbitrio de un designio natural o divino, que es, de todas formas, una manera de ejercicio del poder; hacer vivir aunque la vida sea invivible y dejar morir porque el poder está sometido a la naturaleza, ante ese destierro de la juridicidad, el gobierno policivo es la ley del capital y, los gobiernos electivos irresponsables facultados por Dios para errar, mientras las grandes responsabilidades se ponen sobre individuos particulares: el cuidado de sí y de los demás.


Todos los mercados se vuelven solidarios como medida de protección: con horarios especiales para ancianos, con tiendas que cierran pero le seguirán pagando a sus empleados, con destilerías donando alcohol etílico a los hospitales, con trabajadores regalando jornadas enteras en nombre de la solidaridad y el apoyo en tiempo de emergencia, etc., pero no lo cuestionamos y, al contrario, los aplausos revientan, mientras, a la vez, proponemos a la venta los productos locales, ecológicos, solidarios, como toda una medida revolucionaria de “resistencia”. No sé si no lo son, si es lo único que queda, pero sé que le hacen un juego ideológico "maravilloso" a las economías que se están reconstruyendo en silencio cuando lo que todos queremos oír es que la normalidad se va a restablecer si obedecemos, mientras se instaura la excepcionalidad como gobierno. Y las calles no nos esperan y para la protesta no tenemos estrategias. Ya estamos todxs muertxs para la política y la solidaridad solamente es la marca mercancía.




Melissa Hincapié Ochoa

ennegativo ediciones

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